Por: Luis Alfredo García Castañeda
Docente de música
Colegio 1-2-3 Por Mí
“La música es la actividad humana más global, más armoniosa, aquella en la que el ser humano es, al mismo tiempo, material y espiritual, dinámico, sensorial, afectivo, mental e idealista, aquella que está en armonía con las fuerzas vitales que animan los reinos de la naturaleza, así como con las normas armónicas del cosmos”. (Edgar Willems)
Diversos estudios demuestran que la música ayuda a que los niños desarrollen su lenguaje, su coordinación motora y sus habilidades sociales. Su presencia en la educación infantil es imprescindible.
Según el trabajo de investigación: “La Importancia de la música en la Educación Infantil” de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), la música es esencial para fomentar el crecimiento integral porque ayuda a explorar, expresar y experimentar una variedad de emociones. En la primera infancia, su impacto es significativo en el desarrollo cognitivo, social y físico.
En el desarrollo cognitivo, se consigue la activación de los hemisferios del cerebro y se propicia más conexiones entre ellos. Al escuchar música, una parte del cerebro hará volar la imaginación del niño, despertando diversas emociones y la otra mitad analiza letras y figuras musicales.
En el desarrollo emocional, la música ayuda a que los niños comprendan sus emociones y las de los demás. La música es una disciplina artística poderosa para evocar emociones y sentimientos.
La música y el lenguaje están estrechamente relacionados. Con canciones infantiles, rimas, cuentos y juegos musicales fomentamos habilidades lingüísticas como la ampliación del vocabulario, mejoramos la pronunciación y la comprensión auditiva.
Los niños están en contacto con la música desde antes de nacer, con los sonidos del ambiente que les rodea, de la madre y/o el padre; el bebé se desarrolla en un entorno sonoro diverso y complejo. Según (Pascual, 2006) puede “iniciarse musicalmente en el seno materno si la madre canta o escucha música”.
En el seno materno el bebé reacciona ante determinados sonidos, modificando su posición y generando una respuesta cuando lo oye. De esta forma, se ha demostrado que los sonidos graves tienen un efecto más relajante que aquellos que son agudos, y que hay sonidos que agradan al bebé y le proporcionan relajación y tranquilidad. Todo ello es posible debido a que el oído es el primer órgano sensorial que se desarrolla dentro del útero; el feto oye, reacciona al sonido y aprende de él. El niño discrimina sonidos tanto provenientes de la madre (latido cardíaco, relajación) como sonidos exteriores (ruidos, música). (Lacárcel, 1995).
Desde las primeras etapas del desarrollo, los niños emiten respuestas motrices, sonoras, de atención a estímulos musicales que son reiterados durante un periodo de tiempo. Algunas fuentes de estimulación temprana para el niño son las que proporciona el adulto al bebé a través de la voz humana: empleando el “baby-talk” y las “canciones de cuna”. El “baby-talk” es un término que “se refiere a la modificación adaptativa del habla que los adultos próximos al niño (madre, padre, educadores, utilizan para dirigirse al bebé). El niño responde y actúa en consonancia a la entonación, ritmo, intensidad y expresión de los sonidos. Esto produce en el niño una gran estimulación auditiva, la cual va a ser la base para sus primeros intentos de vocalización. Las canciones de cuna, por su parte, proporcionan al niño bienestar, relajación, estrechan el vínculo de la madre con el hijo, siendo una actividad en la que los dos están conectados (voz-escucha).
El bebé reacciona ante estos sonidos, produciendo respuestas y cambios según los sonidos que se emitan. (Lacárcel, 1995) sugiere que “Por medio de la nana llegan al bebé elementos musicales tales como compás, ritmo, sonoridad, contornos melódicos ascendentes o descendentes, etc., que pueden activar el estado general o tranquilizarlo”
Características como el empleo de ritmos lentos, sin cambios bruscos, son rasgos típicos de las canciones de cuna, siendo muchas de ellas melodías sencillas en las que no es necesario entonar con letra, las cuales ayudan a prevenir y a tratar los trastornos del sueño en los bebés. Es fundamental, por tanto, el papel de los padres y/o adulto de referencia del bebé en los primeros años de vida de este, con objeto de acercar al niño a la música y desarrollar la capacidad auditiva.
Es por ello que cobra especial importancia en esta etapa la educación sensorial, ya que es a través de los sentidos y las sensaciones como el niño comienza a interactuar y desarrollar su pensamiento, y a través de la música el niño comienza a descubrir y aprender todo ello. (Webber Aronoff, 1974) propone que la experiencia del niño con la música es dual: “la percepción estimula la respuesta”. Esto quiere decir que el niño puede aprender diversos conceptos acerca de los elementos de la música (melodía, ritmo, dinámica, etcétera), moviéndose, cantando, escuchando, respondiendo de esta manera a esas situaciones y siendo la audición un requisito fundamental para todas esas actividades.
Desde el área de música en el Colegio 1-2-3 Por Mí, se recomienda generar espacios lúdicos que permitan la expresión artístico- musical en casa, promoviendo un desarrollo integral en los niños. La invitación es a usar instrumentos de iniciación como tambor, maracas, panderetas, xilófono, flauta, para acompañar las canciones que pueden ser reproducidas en un dispositivo pequeño o interpretadas de manera espontánea. El “Rinconcito musical” es un espacio seguro en casa, donde podemos expresar nuestras emociones, ideas, sentimientos, fortaleciendo nuestro vínculo familiar en un ambiente musical.
BIBLIOGRAFÍA
- Alfonso, S. (2014). “La Importancia de la música en la Educación Infantil”. Universidad Internacional de la Rioja (UNIR). Zaragoza.
- Campbell, D. (2000). El efecto Mozart para niños. Barcelona: Urano.
- Lacárcel, J. (1995). Psicología de la música y educación musical. Madrid: Aprendizaje Visor.
- Pascual, P. (2006). Didáctica de la música infantil. Madrid: Pearson. Prentice-Hall.
- Webber Aronoff, F. (1974). La música y el niño pequeño. Buenos Aires: Ricordi.